Juana Manuela Gorriti: la autobiografía y la novela
histórica
Fairfield University
Acompañando el auge de esta historicista ficcionalización,
en 1980 la novelista argentina Martha Mercader entrega al público lector su
novela Juanamanuela mucha mujer en la que rescata del olvido histórico a la
controvertida Juana Manuela Gorriti (1818-1892). Esta escritora decimonónica,
aunque nació en Argentina fue testigo y tuvo un destacado rol en uno de los
capítulos más violentos de la historia política e institucional de Bolivia.
Para convertir a Juana Manuela Gorriti en la protagonista de su novela,
Mercader recrea su vida apoyándose hábilmente en Lo íntimo (1892), un escrito autobiográfico de la propia Gorriti
que fuera publicado póstumamente. La
novela se acopla a los escuetos hechos expuestos en la fragmentada
autobiografía de la escritora y completa con la ficción novelesca los
abundantes silencios y espacios vacíos
que han sido dejados en blanco por Gorriti en su texto auto-referencial. En Juanamanuela mucha mujer, historia y ficción se
entrelazan y amalgaman para ofrecer una
versión que complementa y a la vez contradice aquella que veladamente ha
quedado registrada por la historiografía. En la novela, la humanizada voz de la
vejez de Juanamanuela (4) (el personaje literario) rescata los juveniles y ficticios recuerdos de
la primera juventud de Gorriti en Bolivia concentrándose en su tormentoso matrimonio
con Manuel Isidoro Belzu y su posterior separación
del caudillo boliviano. La novela representa ficticiamente un período
escasamente conocido o reconocido de la vida de Juana Manuela Gorriti, poniendo
al descubierto circunstancias de la vida personal y privada de la escritora que
ella misma se empeñó en hacer desaparecer aún de su autobiografía. Así, la
novela histórica, la ficción literaria, crea una faceta de Gorriti que difiere de
la imagen que tanto la Historia como la Literatura bolivianas han conservado de
ella y la confronta (5).
Gran parte de la información que tenemos sobre la vida privada de Juana
Manuela Gorriti se basa en lo que historiadores, críticos y novelistas han dilucidado
y/o interpretado como autobiográfico dentro su abundante obra literaria. En
cierto modo, la propia Juana Manuela Gorriti fomenta y justifica esta actitud
de la crítica hacia su escritura ya que, por ejemplo, en el Prólogo de Lo íntimo, fechado en julio de 1892, la
escritora reconoce que el material de los cuentos y novelas que ha publicado se
apoya en un trasfondo autobiográfico. Aquí debemos notar que Gorriti enfatiza
que los aspectos más dolorosos de su vida privada han sido omitidos de su
creación literaria porque ha estado “resuelta a pasarlos en silencio, por más
que anhelara confiar a un oído amigo, gratas o dolorosas memorias” (82). Esta
afirmación de Juana Manuela en las primeras páginas de su autobiografía nos
lleva a suponer que en Lo íntimo,
escrita en los años del ocaso de su vida, expondrá aquellos eventos de su vida
privada que no utilizó previamente en sus ficciones y reservó sólo para sus
amigos más confiables. Presunción errónea, ya que en su lugar, Gorriti nos
entrega un diario fracturado y errático, cuyas fechas de entrada se extienden
por un periodo que abarca los últimos quince años de su vida (desde 1875 hasta
1890) y se sitúan tanto en Buenos Aires como en Lima, Salta y otros lugares. Este
dislocado texto autobiográfico produce una narración de vida que no cuenta con un hilo conductor que hilvane y
dé coherencia a los recuerdos esparcidos en la memoria sino que, por el
contrario, la vida de su autora se re-construye en torno a anotaciones
cotidianas que se asemejan más a un diario íntimo que a una autobiografía. Es
por esta razón que por sus páginas pasan cartas personales (propias y ajenas)
que no se relacionan cronológica ni temáticamente con lo narrado previamente, fragmentos
esparcidos de lo que aparentan ser discursos de agradecimiento a homenajes
recibidos en Buenos Aires, comentarios sobre poemas leídos durante sus veladas
literarias en Lima, observaciones sobre la situación política, social y
económica del Buenos Aires finisecular, y bienintencionadas críticas y consejos
a algunas de sus colegas escritoras y amigas peruanas. Gorriti incluso inserta
en su autobiografía algunos cuentos o fragmentos de lo que aparentemente estaba
escribiendo para publicar en esos últimos años de vida. En base a lo mencionado, más que a una
autobiografía “convencional” articulada en torno a los hitos sobresalientes de
la vida personal como, por ejemplo, la niñez, la educación, la adolescencia, el
matrimonio, los hijos, Lo íntimo se
asemeja más al borrador de un proyecto autobiográfico inconcluso en el que la
mayor parte de la vida de su autora queda bien resguardada en el tintero.
Podemos adjudicar estos silencios de la escritora a dos razones muy
diferentes entre sí. Por una parte, el texto autobiográfico, fue publicado
póstumamente aunque estaba inconcluso, y por la otra, Gorriti, ajustándose al
decoro que le imponía su condición de mujer escritora, voluntaria y
sistemáticamente planeó expurgar de su autobiografía toda referencia a su vida
privada de la adultez. Respecto a la primera causa es posible especular que,
como Juana Manuela Gorriti se vio obligada a escribir y publicar continuamente para
mantenerse económicamente, le dedicó la mayor parte de su tiempo a la escritura
de las novelas y cuentos que le encargaban lo cual le impidió concluir su
autobiografía. De hecho, en Lo íntimo,
Gorriti menciona encontrarse embarcada en proyectos simultáneos de escritura
que le apremian tanto terminar que, en medio de su enfermedad, descansa de uno
escribiendo para el otro (142) para inmediatamente agregar: “Yo quisiera
ocuparme de mi libro ‘Lo íntimo’, añadir algo a lo ya escrito, pero me
encuentro tan mal, que me es imposible. Soy una
presa del sepulcro, por más que le dé vueltas a la vida” (185-6). Para
encontrar una explicación a la segunda razón que impulsó a Gorriti a dejar
estas enormes elipsis cronológicas, debemos tener en cuenta la situación en que
se encontraba el prestigio social de la controvertida Juana Manuela cuando
planeaba publicar Lo íntimo. Para
esta época Gorriti, provinciana emparentada con familias de la aristocracia
porteña, tras un extenso exilio había regresado a establecerse en Buenos Aires
donde el gobierno nacional le había asignado una pensión en reconocimiento a la
actuación de su padre, José Ignacio Gorriti, en las ya concluidas guerras entre
unitarios y federales (Mizraje 57). Pero a Juana
Manuela la seguían no sólo dolorosos recuerdos sino también una dudosa
reputación, ya que en sus años de juventud había echado por tierra varios de
los convencionalismos sociales de su época (6). Juana Manuela, quien
había vivido en el exilio desde sus años de pubertad y había pasado la mayor
parte de su vida adulta en Bolivia y Perú, se había casado con un caudillo
boliviano y se había separado de él. Se rumoreaba que había tenido aventuras
amorosas mientras estuvo casada y que había tenido hijos fuera del matrimonio.
Sin embargo, parecería que Gorriti no planeó escribir su autobiografía
para hacer revelaciones sobre su vida privada con la intención de subsanar su
prestigio y reputación sino que, muy por el contrario, decidió cubrir con un
manto de silencio toda referencia a ese trasgresor pasado y borrarlo de su
autobiografía. La misma autora, al poner el punto final de su relato
auto-referencial afirma: “Limítome a humildes
relatos, sin pretender explicarme ni explicar las causas de los hechos que
recuerdo” (192). A los hechos y recuerdos que se refiere son a los que están
relacionados con su niñez y el exilio forzado al que se vio obligada la familia
Gorriti que son los únicos que ha expuesto claramente en las primeras páginas.
Pero, haciendo referencia a lo que “otros” recuerdan cierra el texto
preguntando retóricamente: “¿Qué podré decir yo en la noche de la vida, que no
hayan dicho tantos y tantas que han desecado el corazón, el cerebro y el alma?”
(192). Estas palabras nos permiten inferir que Gorriti se refiere a la imagen
negativa que, por su tumultuoso pasado, tiene de ella la sociedad en general y
la porteña en particular, imagen y
pasado que desea ocultar al público lector. En otras palabras, el semblante que
Juana Manuela Gorriti proyecta de sí misma en su biografía es sólo el de la
austera senectud. De ahí que en Lo íntimo,
Gorriti calle todas las novelescas
anécdotas de su vida juvenil y se remita simplemente a relatar de manera muy
escueta y fracturada las castas penurias económicas de la ancianidad y a
exaltar su independentista abolengo remarcando la deuda moral que Argentina
tiene con su familia y por ende, con ella. Este consciente y significativo
silencio de Gorriti constituye una estrategia de ocultamiento ya que, como
acertadamente afirma Cristina Iglesia, “La autobiografía, como género, tiende a
producir el efecto de que lo narrado no sólo es lo único que importa recordar,
sino lo único que realmente ha sucedido” (19). Es decir, que en Lo íntimo, Gorriti registra y fija
mediante la escritura sólo el pasado que pretende dejar para la posteridad, el
resto queda en las murmuraciones de sus coetáneos de las cuales poco y nada
sabrán las generaciones venideras.
En concomitancia con esta posición de ocultamiento del pasado, en su
autobiografía Juana Manuela Gorriti borra toda referencia a su juventud en
Bolivia y adultez en Perú y deliberadamente deja en la trastienda toda alusión
al nombre de su esposo, a su matrimonio, al nacimiento y crianza de sus cuatro
hijos, cuyos nombres aparecen en el texto sin que el lector tenga manera de
inferir que la escritora está mencionando a sus propios hijos. Por esta razón
deberemos reconstruir este pasado de Gorriti apoyándonos en lo que otros han
escrito sobre estos años de su vida. De sus primeros años sólo mencionaremos
que Juana Manuela Gorriti nació en 1818 en la provincia de Salta, en el seno de
una prominente y acaudalada familia. Cuando contaba con trece años de edad
aproximadamente y la Argentina se encontraba inmersa en sangrientas luchas
intestinas, el padre de Juana Manuela, un unitario, debió marchar al exilio
llevando consigo a toda su familia. Se establecieron en Tarija, Bolivia. Al
poco tiempo, Juana Manuela conoció a Manuel Isidoro Belzu,
un mestizo, oficial del ejército boliviano con quien se casó en 1833 cuando
Gorriti contaba con escasos catorce años de edad. Para acompañar a su flamante
esposo cuya carrera militar estaba en ascenso, la adolescente Juana Manuela se
vio obligada a establecerse en confinados pueblos bolivianos a los que no le
fue fácil adaptarse. Hasta aquí no hay nada reprochable en la conducta de la
joven esposa pero para estos años, en los que Belzu
pasaba más tiempo en cuarteles y campañas militares que con su familia, ya hay
indicios de las habladurías que, entre el pueblo boliviano, corrían sobre
Gorriti. Según Mary G. Berg, después de un tiempo, Belzu había logrado ascender a coronel del ejército, lo que
le permitió moverse, acompañado por su culta esposa, en los grupos de poder y
en la alta sociedad. Para esta época, el matrimonio Belzu-Gorriti
aproximadamente llevaba unos ocho años de convivencia pero no parece haberse
encontrado en muy buenos términos ya que “en los altos círculos bolivianos, se
hablaba mucho de la conducta poco decorosa de los cónyuges: se decía que Belzu tenía muchísimas amantes, y que su esposa se
comportaba con poca seriedad y que era muy amiga del entonces presidente [José]
Ballivián” (132).
Esta supuesta “amistad” de Gorriti y Ballivián
aparentemente no fueron sólo murmuraciones, ya que dicha relación se encuentra
confirmada, con contradictorias versiones, por varios historiadores bolivianos.
Por ejemplo, Alcides Arguedas en su Historia
general de Bolivia, afirma que la profunda animadversión que existió entre
el presidente José Ballivián y Manuel Isidoro Belzu se originó por una “secreta intriga de alcoba en que
ambos se vieron mezclados” (96). Arguedas no menciona directamente el nombre de
Gorriti pero haciendo inferencias de otras fuentes se puede concluir que la esposa del coronel Belzu
fue el origen de la rivalidad entre estos hombres y la causa de la tormenta
política que se desató después del incidente. Según Arguedas, el presidente Ballivián (1841-1847), deseoso de alejar al coronel Belzu del círculo político y social en que él se movía con
soltura, “conquistando favores de las damas y el rendido homenaje de sus
parciales” (96), desde La Paz, donde se encontraba Gorriti, envió a Belzu a la vanguardia del ejército apostado en la frontera
con Perú. ¿Se aprestaba Ballivián a asediar a la
esposa solitaria o ya se había dado el adúltero romance? La fuente histórica no
lo aclara pero afirma que Belzu, desconfiando de los
verdaderos motivos del presidente, desobedeció la orden, por lo que fue
encarcelado. En la prisión, dando muestras de su carismática personalidad y sus
dotes de liderazgo, promovió un levantamiento militar que triunfó efímeramente
al obligar a Ballivián a escapar por los techos de su
despacho presidencial. De acuerdo a lo expuesto en la versión arguedana, no es posible decir si Juana Manuela Gorriti
pecó de adulterio o si fue víctima del interés que despertó en Ballivián, aunque el altercado fue la razón por la que
Manuel Isidoro Belzu encabezó un golpe de estado
contra el presidente José Ballivián.
Por su parte, la versión de Rigoberto Paredes, otro historiador boliviano,
va más lejos y no escatima acusaciones de volubilidad emocional contra Juana
Manuela Gorriti, la culpa de una injustificada infidelidad conyugal, y la
responsabiliza abiertamente de ser ella la promotora del romance en cuestión y
por ende la mala mujer que causó la ruptura de la amistad y la tácita alianza
política que existía entre José Ballivián y Manuel
Isidoro Belzu. Según Paredes, la vida cotidiana del
matrimonio Belzu-Gorriti era armoniosa y estaba
colmada de una felicidad que sólo se veía interrumpida por las frecuentes
ausencias del esposo militar. Es de notar que aquí se detecta una pequeña
discrepancia entre historiadores bolivianos y argentinos ya que, refiriéndose a
dicha relación conyugal, el mismo Paredes asegura: “No es como han escritos los
biógrafos argentinos de la señora Gorriti, que el matrimonio fue en extremo
desgraciado. Lo fue más tarde, pero no por culpa de Belzu
sino de doña Juana Manuela” (484). Según la versión histórica que brinda
Paredes sobre el controvertido romance Ballivián-Gorriti,
“el corazón impresionable” de Juana Manuela se habría visto preso de una
“profunda pasión amorosa” hacia el presidente Ballivián
que prontamente correspondió a las insinuaciones femeninas y así “reemplazaron
las citas reservadas y furtivas a las sanas y honestas costumbres de la
culpable” (485). En su Relación histórica
de Bolivia, Paredes no sólo confirma la existencia del idilio extraconyugal
sino que, sin contar con pruebas y basándose en lo que se dice, le adjudica la paternidad de la tercera hija de Gorriti a Ballivián: “Fruto de estos amores ilícitos, dicen que nació
una hija, llamada Clorinda, que murió en tierna edad” (485). Según esta versión
histórica, Mercedes Coli, la traicionada esposa de Ballivián, interceptó unas cartas que Gorriti le habría
enviado a su amante y, prontamente, se las hizo llegar al engañado Belzu, quien herido en su amor propio “dirigió a su esposa
una lacónica carta, en la que le decía que estaba roto el matrimonio y que
entregase sus hijas a Fermín Porferrada y se retirase
de su casa” (486). Ante el repudio de Belzu, la
adúltera Juana Manuela Gorriti, “abandonada por su amante, pesarosa y con el
despecho que destrozaba su alma,… comprendió que no le quedaba otro recurso que
huir y así lo hizo dirigiéndose a Lima acompañada del dentista inglés Doudley quien se esmeraba en obsequiarla” (486). Para no
dejar dudas sobre la ligereza de la conducta de Gorriti, Paredes sentencia:
“Allí, en tierras extrañas, pudo ahogar con nuevas sensaciones los
remordimientos de su atormentada existencia” (486). La infiel esposa fue
castigada por su agraviado marido que la forzó a un nuevo exilio pero no hubo consecuencias inmediatas para el
desleal amigo Ballivián ya que Belzu,
fría y calculadoramente, se tomó su tiempo para vengarse de su traicionero
amigo. Según Paredes, en el momento de enterarse de la infidelidad de su
“idolatrada” esposa, el despechado marido, aunque “una y mil veces juró
vengarse de Ballivián” (486), no tomó represalias inmediatas
contra el hombre que lo había deshonrado seduciendo a su esposa, sino que se
guardó su vapuleado orgullo y se mantuvo bajo las órdenes del presidente quien,
como “recompensa” por sus servicios, lo destinó a Tarija. La loable conducta de
Belzu nos conduce a pensar que este hombre, por el bien
común, antepuso sus obligaciones
públicas a sus problemas personales o, muy por el contrario, podemos inferir
que dejó su prometida venganza personal para esperar pacientemente que la
coyuntura y los vientos políticos le fueran más favorables a sus propios
intereses.
Es imposible determinar con certeza si Juana Manuela Gorriti realmente
estuvo envuelta en una aventura amorosa extramatrimonial con José Ballivián, si fue ella la seductora o la seducida, o si los
celos de Belzu fueron justificados o no por la
inadecuada conducta de su esposa. Lo cierto es que esta relación sentimental,
real o no, no sólo desencadenó violentas pasiones personales entre los hombres
en cuestión sino que también tuvo como consecuencia una serie de sucesos
históricos inmediatos y mediatos que afectaron por varias décadas la política,
las instituciones y la historia de Bolivia. El odio visceral que se había
generado entre José Ballivián y Manuel Isidoro Belzu no se circunscribió a sus vidas privadas sino que los
convirtió en acérrimos enemigos políticos en torno a quienes se formaron grupos
de muy distinta extracción social y étnica que, en sus enconadas luchas sin
tregua, hicieron correr torrentes de sangre, destruyeron fortunas y agotaron
los recursos de la nación en los treinta años consecutivos (Los caudillos bárbaros 27). Muy a
grandes rasgos, estos son los hechos históricos en los que se vio envuelta de
manera directa, quizás involuntariamente, Juana Manuela Gorriti, hechos que se
conservaron y perpetuaron con valor de “verdad” en la historia boliviana y en
la narrativa literaria de ese país. Como acertadamente nota Luis Miguel Glave, “La licencia literaria puede representar, a fin de
cuentas, la ‘indignidad’ cornuda de Belzu como
argumento, incluso alguien podría decir que de eso se trata, pero sabemos que
es algo más. Es un discurso cotidiano que se ha hecho casi oficial en Bolivia”
(93). Esta “verdad” histórica es precisamente la que la Juana Manuela Gorriti
prefirió acallar en su autobiografía pero que Martha Mercader ficcionaliza en su novela Juanamanuela mucha mujer utilizando la anécdota del adúltero amorío para
ofrecer una versión diferente que contribuye a limpiar la reputación y la
imagen de Gorriti.
La novela se inicia situando al personaje de Juanamanuela de regreso Buenos
Aires, en 1880, tras largos años de exilio en Perú. Apenas acaba de arribar a
la ciudad cuando un joven riojano que reconoce su nombre por haber leído su
obra literaria, la incita a que escriba su autobiografía. Juanamanuela primeramente rechaza
la idea pero, luego comienza a hacerlo en secreto y alterna la escritura de su
texto autobiográfico con otros proyectos de escritura, tal como Gorriti lo
describe en Lo íntimo. Así, mediante
el uso de esta estrategia narrativa la novela adopta la forma “convencional” de
la autobiografía, lo cual le facilita cumplir, entre los lectores, la misma
función discursiva contribuyendo a esfumar la línea divisoria entre veracidad
histórica y ficción (7). La narración de la novela sigue bastante fielmente
las escasas anécdotas de la niñez que Gorriti consigna en Lo íntimo, entre las que sobresale el momento en que toda su
familia debe marchar forzadamente rumbo al exilio en Bolivia mientras exalta
los aportes que los hombres Gorriti hicieron en beneficio de la independencia.
Es a partir de este punto del relato donde Mercader re-crea y re-elabora la
vida de Juana Manuela Gorriti llenando con la ficción los espacios dejados en
blanco por la escritora en su autobiografía.
Según la novela, Juanamanuela
conoce a Manuel Isidoro Belzu, un desconocido
capitán, mestizo, sin fortuna ni cultura, que comienza a cortejar secretamente
a una adolescente enamorada del amor. Se producen algunos encuentros furtivos, Belzu le propone matrimonio y realiza el riguroso pedido de
mano a una atónita familia Gorriti que rechaza la solicitud. Con la ayuda de
algunos militares prominentes, amigos de la familia Gorriti que hablan muy
favorablemente de la honestidad del capitán Belzu, el
amorío de la adolescente triunfa sobre los resquemores familiares y se efectúa
la boda. Pese al amor pasional que consumía a la adolescente, desde la noche de
bodas Juanamanuela
comienza a intuir las marcadas diferencias que tenía con el hombre que era su
marido: “Belzu fue brutal porque allá [Bolivia] no se
aprende a ser de otra manera” (245). El joven matrimonio Belzu-Gorriti,
sufriendo penurias económicas que prueban la honestidad y adustez del militar
de carrera, se muda en sucesivas oportunidades al compás de la situación
política del país y de acuerdo al grado de adhesión que el joven militar tiene
de sus superiores. En la época en que Manuel I. Belzu
es promovido a coronel del ejército boliviano, se establecen en La Paz, y
comienzan a frecuentar los altos círculos sociales donde Juanamanuela resplandece no por sus joyas y vestidos de seda sino por su
cultura y facilidad de palabra. A la hora de relatar el altercado entre Ballivián y Belzu, Martha
Mercader se ajusta más a la versión histórica arguedana
y limpia la reputación de Juana Manuela Gorriti responsabilizando al presidente
boliviano de un descarado galanteo a Gorriti en presencia de sus respectivos cónyuges:
“Si Belzu disimulaba su inquietud, Mercedes Coli de Ballivián también. Lo
disimulaba muy mal…” (346) porque estaba acostumbrada a las infidelidades de su
marido. De acuerdo a la novela, aunque Juanamanuela se mantiene indiferente ante los avances del
presidente boliviano y fiel a su esposo, los coqueteos de Ballivián
se dan en reiteradas oportunidades, lo que termina despertando los celos no tan
irracionales de Belzu que, lógicamente, ve amenazada
su hombría y ofendido su honor. El coronel Belzu se
toma la revancha amotinándose contra el presidente a quien obligó a huir, no de
su despacho (versión arguedana) sino de los aposentos
presidenciales. En este detalle la ficción novelesca hace directa alusión a las
razones personales que guiaron a un esposo agraviado, más que a un militar, a
iniciar un levantamiento armado. “En esa alcoba Belzu
buscaba a la salteña,” escribe Juanamanuela, pero en realidad encontró “a la señora de un
conocido hombre público, cuyo nombre se hace merced aquí, aunque corrió de boca
en boca por toda la ciudad, por todo el país” (371). Con estas palabras, la
ficción deja en entredicho lo registrado por la historia mientras exime de culpas
a la mujer.
Sin negar las desavenencias que aquejaban al matrimonio Belzu-Gorriti, la novela le adjudica la orquestación del
supuesto romance Gorriti-Ballivián a una maquiavélica
intriga política llevada a cabo por Casimiro Olañeta,
diplomático del gobierno boliviano. Olañeta le
solicita secretamente a Juanamanuela
que forme parte de una oscura confabulación para demostrar un inexistente acuerdo
entre el líder boliviano Santa Cruz y el caudillo argentino Juan Manuel de
Rosas (Juanamanuela
320). La desairada negativa de la mujer a hacer las veces de espía lleva a Olañeta a amenazarla con provocar dudas sobre la conducta
de su esposa en el celoso y violento Belzu a quien
“no le caería bien enterarse de esta furtiva entrevista sin las debidas
explicaciones…” (Juanamanuela 322). Tiempo después la amenaza se
torna en realidad. A un enfurecido Belzu que se
comporta como un león herido le han llegado murmuraciones sobre la infidelidad
de Juanamanuela
que se defiende tratando de imponer la lógica y la razón a su marido: “¿No se
basaban las acusaciones acaso en rumores lanzados a rodar por los mismos
acusadores?” (Juanamanuela
364). Pero es imposible argumentar racionalmente con el iracundo marido que
tiene en sus manos la prueba del adulterio: las cartas que Mercedes Coli de Ballivián le ha hecho
llegar. Con estupor, Juanamanuela
reconoce en el papel su propia letra pero en la supuesta carta no hay otra cosa
que una parte del manuscrito de su cuento “La quena”. Mediante esta táctica la
novela presenta a una Gorriti víctima de acusaciones basadas en falsedades
mientras ofrece una explicación “creíble” a los supuestos documentos históricos
que son las cartas mencionadas por Paredes. En una acertada estrategia
discursiva, utilizando la voz de Juanamanuela, Martha Mercader escribe: “Qué sucedió esos
días entre Belzu y los Ballivián
será siempre tan enigmático como la conferencia de Guayaquil. Lo mismo que
entre Olañeta y Belzu, por
esos mismos días. Los libros de Historia recogen una versión de pacotilla” (Juanamanuela
370). De esta manera, la ficción novelesca reescribe la controvertida anécdota
desmintiendo los anales históricos y aspirando a ocupar el mismo nivel de
“veracidad” de los hechos consignados.
Otro sobresaliente suceso recogido en los anales históricos y señalado
en la novela Juanamanuela mucha mujer es la muerte de Manuel
Isidoro Belzu, hecho que Juana Manuela Gorriti obviamente
omitió de su autobiografía. Pese a ello, después del asesinato político de Belzu, acaecido en 1855, Gorriti escribió una modesta biografía
apologética de su esposo asesinado en la que exalta sus cualidades morales, la
ascendencia que tenía sobre la masa popular, el brillo ganado en sus campañas
militares y sus victorias políticas. Juana Manuela Gorriti parece haber
compartido con los historiadores y cronistas de su época, la idea de que era
necesario mantener impoluta la imagen de los hombres públicos para la Historia
ya que, pese a los posibles rencores que pudo haber guardado, se preocupó por
conservar limpia y pulida la figura de Manuel Isidoro Belzu
distanciando su propia figura de la vida del caudillo. En el relato biográfico,
después de exaltar los humildes orígenes del caudillo, al llegar el momento de
entrar Gorriti en la escena de la vida de Manuel Isidoro Belzú
y mostrar al hombre, no al héroe o al “Tata” como lo llamaban los cholos,
despacha su propio matrimonio y sus casi dos décadas de convivencia, en un
cortísimo párrafo:
Allí [Tarija],
Belzu conoció, amó y se unió en matrimonio con una
hija del general Gorriti, emigrado argentino. Demasiado jóvenes ambos esposos,
no supieron comprender sus cualidades ni soportar sus defectos; y aquella dos
existencias se separaron para no volver á reunirse sino en la hora suprema al
borde del sepulcro. (Belzu 55)
Por su parte, en el relato novelístico de Juanamanuela mucha mujer, al referirse a la anécdota de la muerte de Belzu, historia y ficción convergen para continuar en
similar dirección narrando los eventos sin mayores discrepancias entre una y
otra. Mientras que la ficción se concentra en captar la faceta emocional y
psicológica de Juanamanuela
retratando a una mujer estoica y endurecida por el dolor, todavía enamorada de
su esposo, la Historia ofrece la imagen de una desapasionada y cerebral Gorriti
que, ante el asesinato de su esposo, adopta la conducta de una dama que no
muestra sus emociones. Alcides Arguedas, quien en Los caudillos bárbaros describe a Manuel Isidoro Belzu como un hombre “primario de pasiones fuertes y rudo
temperamento que ni una larga permanencia en Europa ni el espectáculo de
grandezas y maravillas había sabido suavizar y menos pulir” (47), pone a Juana
Manuela Gorriti en la escena y omite mencionar nada sobre la presencia de
Edelmira en el lugar. De acuerdo a la versión del historiador, después de que
Mariano Melgarejo le disparó a Belzu salió a celebrar
su “triunfo” por las calles de La Paz. Luego regresó para instalarse en el
palacio presidencial donde “en el primer piso yacía abandonado el cadáver de Belzu” (56). Arguedas continúa describiendo:
Horas
después, y cuando el sol se hundía en su ocaso se presentó la señora Juana
Manuela Gorriti, dama argentina de gran cultura, esposa de Belzu
aunque distanciada de él, a reclamar el cadáver de su esposo, que apareció
desposeído de todas sus joyas y prendas de valor, lo que solo le quedaba como
fortuna personal, pues la que amasara en la presidencia la había disipado en
sus correrías por Europa… (57)
La novela no contradice mayormente lo mencionado por Arguedas aunque
debemos notar que en ella se resalta que “Este hecho [el asesinato de Belzu] ha sido tergiversado por casi todos los
historiadores” (Juanamanuela
419). Según la narrativa novelesca, después de la trágica muerte del heroico
protector de cholos y pongos, Juanamanuela recibió la noticia en casa de su hija Mercedes.
En compañía de sus dos hijas y dos hombres desarmados se dirigió al palacio
presidencial a reclamar el cuerpo del hombre que de hecho ya no era su esposo.
En improvisadas andas trasportaron el cuerpo hasta la casa de Mercedes donde
amortajaron y velaron a este hombre que ya había pasado a formar parte de la
historia y la leyenda. Gorriti no pronunció ningún discurso fúnebre porque “Era
preferible callar y esperar. El fuego podía ser incontrolable. Además, ya no
tenía sentido ni la demagogia ni la elocuencia.” (Juanamanuela 424). Así, para la
gran Historia Juanamanuela
calla en la ficción de la misma manera que Juana Manuela Gorriti calló en sus
novelas y cuentos, como calló en la biografía de su esposo y en su propia
autobiografía.
En conclusión, en los primeros años de la historia nacional boliviana,
época violenta, signada por la confabulación política, la traición, la ambición
de poder y la muerte, una mujer argentina, Juana Manuela Gorriti, tuvo un
significativo papel en el desarrollo de los hechos históricos. Su rol fue
demonizado y degradado en las páginas de la Historia con el objeto de enfatizar
que la conducta de los hombres patrios, que para bien o para mal condujeron los
destinos de la nación en ciernes, estuvo dirigida por los intereses colectivos
y no por los personales. Pese al revisionismo al que ha sido sometida la
“verdad histórica”, el discurso historiográfico contemporáneo continúa desplegando
el evento privado de la supuesta infidelidad de Gorriti para explicar el enfrentamiento
público entre Belzu y Ballivián,
rivalidad que sumió a Bolivia en una sangrienta lucha civil. Al respecto,
haciendo mención a lo interpretado por historiadores modernos, Luis Miguel Glaves recalca:
Como
quiera que sea, un asunto privado, indemostrable, cobra el rango de explicación
discursiva, en el fondo de la cual la mujer aparece en el génesis nacional
boliviano como la misma víbora tentadora, la ‘moza y hermosa’ de la perdición
masculina con la que se regodeaba la misoginia literaria del siglo de oro
español y el barroco americano. (95)
La novela histórica de Mercader reescribe uno de los episodios de su
vida bajo una óptica que complementa y simultáneamente subvierte la equívoca y
velada versión que conserva la historia boliviana sobre la incidencia de Juana
Manuela Gorriti en los hechos. A su vez, utilizando las características
convencionales de la autobiografía y apoyándose en una narrativa de vida
existente (Lo íntimo), Juanamanuela mucha mujer amalgama la realidad a la
ficción novelesca contribuyendo a desvanecer sus líneas divisorias en la
memoria colectiva. Juanamanuela mucha mujer le ofrece al lector la
oportunidad de “comprender” el comportamiento histórico de Juana Manuela
Gorriti en base al cual puede juzgarla. Seamos benevolentes en nuestros juicios
y démosle el beneficio de la duda a Juana Manuela Gorriti, la mujer que desde
su autobiografía sabiamente nos aconseja: “[cuando se] debe fallar basándose en
conjeturas, [se] debe optar por las que absuelven no por las que condenan” (Lo íntimo 176).
Notas
(1). Cecilia Inés Luque observa que la novela
histórica, al trasladar acontecimientos del pasado que
pertenecen a un campo de conocimiento, el de la historia, y trasladarlos a otro
campo, el de la literatura, combina “matrices representacionales de ‘lo real’
propias de la historiografía con aquella propias de los discursos de ficción.”
Estas matrices presentan similitudes entre sí (la forma narrativa es la
principal), pero también diferencias, sobre todo en la manera en que ambas
postulan las relaciones entre discurso y factum” (3).
(2). La cuestión de la
veracidad de la autobiografía ha sido y es uno de los aspectos del género
(3). Un denominador común a la mayoría de los textos de los autobiógrafos
argentinos del siglo
(4). Sigo el
lineamiento impuesto por Martha Mercader y utilizo esta grafía del nombre
propio
(5). Como ejemplo de la manera en que la figura de Juana Manuela Gorriti y un
altercado de su
(6). Los convencionalismos y prejuicios sociales en cuanto
a las libertades, derechos y
(7). Un detallado estudio sobre la función discursiva que
cumple el género autobiográfico al cual
(8). Mantengo la grafía del original.
Bibliografía
Arguedas, Alcides. Los
caudillos bárbaros. Barcelona: Editorial Viuda de Luis Tasso, 1929.
-----, Historia
general de Bolivia 1809-1921. Web. 25, Feb.2011.
<http://portal.educar.org/
/files/arguedas_alcides_historia_general_de_bolivia_1808-1921.pdf>
Berg, Mary G. “Juana Manuela Gorriti: narradora de su
época. (Argentina 1818-1892).”
Bruss, Elizabeth W. Autobiographical Acts.
The Changing Situation of a Literary Genre. Baltimore: The Johns Hopkins University
Press, 1976.
Eakin, Paul John. Living Autobiographically: How We Create
Identity in Narrative.
Gorriti, Juana Manuela. “Belzu.” Ed. Alicia Martorell.
Juana Manuela Gorriti. Obras completas
-----, Lo íntimo.
Alicia Martorel y Juana Manuela Gorriti. La mujer salteña en las letras. Juana
Glaves, Luis Miguel. “Letras de mujer.” Fractal 3 (octubre-diciembre 1996): 93-125.
Iglesia, Cristina. “El autorretrato de la escritora. A
propósito de Lo íntimo de Juana
Manuela
Lejeune, Philippe. On Autobiography. Ed. Paul John Eakin. Trans. Katherine Leary.
Luque,
Cecilia Inés. “Juanamanuela y Boca do Inferno en la confluencia de literatura e historia.”
Menton, Seymour. Latin America’s New Historical Novel. Austin: University of Texas
Press,
Mercader, Martha. Juanamanuela mucha mujer. Bs. As.: Editorial
Sudamericana, 1984.
Mizraje, María Gabriela. “Juana Manuela Gorriti: cuentas
pendientes.” Comp. Lea Fletcher.
Olney, James. Metaphors of Self. The Meaning of Autobiography.
New Jersey: Princeton
Paredes, Rigoberto M. Relaciones
históricas de Bolivia. La Paz: Ediciones ISLA, 1997.
Prieto, Adolfo. La
literatura autobiográfica argentina. Bs. As.: Eudeba,
2003.
Spengemann, William C. The
Forms of Autobiography. Episodes in the History of a Literary